domingo, 17 de mayo de 2009

Yo recuerdo


El almacén era nuestro pequeño laberinto para jugar. Sus altas repisas llenas de repuestos aceitosos se doblaban inesperadamente, creando escondites, tanto para tesoros de niñez como para personas. La luz se filtraba entre las cajas y el sonido de metal moviéndose llenaba nuestra imaginación con escenas terroríficas que nos obligaban a subir las escaleras tan rápido como nuestras pequeñas piernas podían llevarnos. Un pie afuera y el mundo era distinto. La transitada calle tenía pequeños charcos donde el sol resplandecía luego de la noche lluviosa. En la esquina, la loma que subía indefinidamente, y en la cima, la tienda de chocolates.

Ese era nuestro objetivo ese día: el mostrador era un mosaico de brillantes envolturas, detrás de él, dos grandes refrigeradoras donde guardaban los helados caseros, y a la entrada los jarrones de dulces ecuatorianos. Ya en el paraíso compramos 3 kinder sorpresa e hicimos una apuesta interesante: uno para ti, otro para mí y el tercero para quien llegue primero al sótano del almacén. El viento helado de Quito se coló dentro de mi chompa mientras mis pies aplastaban el asfalto mojado, creando pequeños maremotos en los charcos, ahogando a la población de hormigas que vacacionaba cerca de ellos. El aire entraba con dificultad a mi corazón, sentía una mano estrangulándome, tapándome la nariz, pero yo seguía corriendo.

El zumbar del viento tapó el feróz rugido de los carros cuando tuvieron que frenar en seco debido al descaro de dos niños que corrían sin precaución cuesta abajo. Llegamos al mismo tiempo, pero él bajó más rápido y, tocando el ampaí del sótano, proclamó su premio. La envoltura se sentía áspera, pero pronto el aluminió dió paso al olor del chocolate bicolor y, jadeando todavía, lo puse en mi boca mientras admiraba el huevito anaranjado que en la noche abriría.

Así es como recuerdo la vez que corrí por un kinder sorpresa, y perdí.


3 comentarios:

  1. La verdad es que no le veo nada de malo. Bien movido tu texto, hasta yo quería participar en la carrera por el huevito Kinder.

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  2. Son buenas tus descripciones, muy apropiadas cuando se quiere generar ambiente en la narración de una única acción.
    Quítale la tilde a ese "feroz"

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